domingo, 2 de agosto de 2009

Poema

Ya no son la luna y las estrellas
testigos sobrios de nuestras cercanías;
el sol es una silaba enmudecida.

Ya no existen segundos que nos pertenezcan,
ni relojes que atrapen nuestras horas.

Y aun cuando me haya quedado ciego de ti,
aun con mi tacto huérfano de tus sentidos,
no quedaras entre lo que he olvidado.

Con un poema te recibí entre mis brazos,
con un poema, me despido de ti.

No hay comentarios: