Son lágrimas que se deslizan en mi rostro,
lágrimas de lo que no soy contigo,
de no tenerte cerca para abrazarte y decirte;
de no estar a tu lado para seguir creciendo,
lágrimas que se acaban en el infinito de la tristeza.
Lágrimas por abandonarte porque es necesario,
para después ya no seguir llorando.
Lágrimas que se suceden una tras otra,
y en esa hilera marcada por la angustia
existe la esperanza de un tal vez,
de algún día, de un pronto.
Lágrimas de un corazón dolido por el tiempo,
lagrimas de amor y desesperanza,
lágrimas de ya no poder llorar contigo,
de huir y esconderse, de no hablar y dejar de orar.
Lágrimas donde no hay perdón
porque no pronunciamos sus letras.
Lágrimas de fe,
que es lo que se necesita a veces
para poder seguir llorando,
pero esta vez, de felicidad.
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