martes, 11 de agosto de 2009

Llegaste

Llegaste una noche fría,
noche de humeros congelados
y en el calor de tu cuerpo desprovisto
anidaron algunas de mis emociones.

Mi tristeza eterna fue un instante,
y esa lluvia profunda que cae
tan cerca de tu nombre,
se desliza ahora entre mis brazos.

Y esa paz que siento al verte,
es un cáliz por esperarte tanto.

No importa la demora de tus palabras
ni interesa la oscuridad de noches antiguas,
caminas conmigo sobre nubes azules,
en tus manos encuentro la llave,
y la tibieza de tus labios alberga...
la vida, para este corazón marchitado.

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