Juego encarnado

No despertaré de este sueño
que me lleva a tu lado
entre cobijas impregnadas
con la dulzura de tu rostro.

Un sueño aglomerado, distante,
pero tan claro como el agua
en la que sumerjo todo lo que sirve
a esta pasión desbordada.

Los gritos perturbados y acallados,
La complicidad del silencio en la noche,
la balada en la bocina del estéreo
y la simplicidad de tu cuerpo desnudo,
no permiten nunca que despierte,
no dejan siquiera que abandone
esta sensación de selva desparramada.

El beso, tus brazos, tus labios,
tus manos en lo prohibido,
mis manos avasallando,
tu lengua enredada con la mía
en libre juego desordenado;
tu mirada al infinito…
La blancura de tu piel sonrojada,
el sabor plateado de tu carne,
el camino que recorre mi boca
y el aroma que arde en lo escondido.

Este es el juego encarnado,
el fantasma de la madrugada,
un sueño que se repite
cuando te envuelvo en mi cama.

No puedo

No puedo decir que te quiero
cuando en realidad te amo,
ni puedo decir que te deseo
cuando tengo a mi lado,
tu cuerpo que abraza mi alma
sobre el cielo hecho estrellas.

No puedo decir que te acercas,
porque ya te has quedado dentro
y el sol que se detiene en mi puerta,
como una cortina imprevista,
se vuelve una alfombra dorada
que sigue tus pasos continuos.

Ya no puedo decir que te olvido,
se apagaron también los recuerdos,
el presente se impone y me mantiene
alejado de una soledad hiriente.

No puedo decir que te extraño todavía
porque muerdo una ansiedad imprudente
que se detiene en una plaza adormecida
y se queda inmóvil esperando el regreso
de la angustia que ya no existía.

No puedo decir que no digo,
mi verbo es insuficiente,
se ha quedado reducido
a esa pasión influyente
que apenas tiene tres palabras
pero juntas, mil significados.

El adiós del amante

Se escaparon los deseos
de acariciar el hondo de tu alma
de recorrer cada esquina
de tus sentimientos esquivos.

Tus frases inéditas e inconclusas
encierran la soledad de un verso
que se mueve sobre la brisa
de la orilla del mar.

Y cada paso hacia tu lado
es un retroceso compartido
por el camino abandonado
de un bosque equivocado.

Se acabaron las ganas
de dos besos escondidos
de un tercero entre tus manos
de la sombra tocando los dedos.

Y en esa lluvia sobre el desierto
quedaré guardado en la sinfonía
de un castillo construido
con la arena de mis pensamientos.

Y si no llego hasta el final
de esta historia poco contada
que no se extrañen los autores
de los pasos de mis días
del fuego sobre la hoguera.

Lo mío

Lo mío son palabras
tiradas sobre paño verde
sin ningún azar,
palabras dando forma al corazón
por todo el amor que aflige,
palabras con espadas en ristre confundido
emulando la lucha que no detiene al morir,
palabras con tréboles en cada costado
acumulando la esperanza de un si por un no,
palabras construídas con diamantes
atrapadas en la belleza de ayer.

Lo mío son líneas robadas al tiempo,
una explicación de lo que no pasa
y de lo que sucede sin ser.

Lo mío son gotas de rocío sobre su rostro
en un verano que llueve al oscurecer,
una tormenta en copa de vino
merlot casillero noventiseis.

Lo mío son sus pies sobre la alfombra
la vela, el escenario y una de Tom Jones

Lo mío son sus labios tras mis orejas
diciéndome el secreto acompañado
de cada noche en revolución.

Lo mío se queda a veces
sobre la mesa de ónix
sobre una base de bronce
en una lámpara de cristal

Lo mío eres tu en un silencio,
frente al espejo biselado,
tratándome de comprender...

Lo mío se acaba una noche,
junto al amanecer.

Puentes

Camino entre la Esperanza y la Fe,
señalética del destino,
puentes sobre el abismo.
Y en estos renglones
disfrazados de palabras,
deposito la Esperanza,
como un deseo inconmensurable,
y deposito también la Fe,
como una convicción de que así será.

Reconciliación

Ya no perdones las ambigüedades
escritas en algunas paginas
que no son las tuyas,
no busques la fogata
en la orilla del mar embravecido
ni trates de encontrar luz
en noches sin plenilunio.

En los campos regados por el viento
ya no florecen las esperanzas
que has sembrado en tus días,
tampoco es el rio el que lleva la sal
para cicatrizar tus heridas
mientras que el ardor de las llagas
conquista tus pensamientos infortunados.

No hay nada que quede al azar,
ni siquiera el azar esta hecho,
no existen la guerra ni la paz
solo el hombre luchando,
no hay palabras ni textos escritos
que nos hagan recordar
lo que no estamos recordando,
no existe en el alma un rincón
en el que no hayamos buscado,
tan solo hay espacios
que no estamos conquistando,

Ya no mires al cielo queriendo salvarte,
mira en tu alma, si es una ventana abierta,
sabrás que Dios no estuvo tan lejos,
porque aunque nunca lo supiste,
fue Dios el que siempre estuvo a tu lado…
y Dios es simple.

Mañana

Ya no importa el Si o el No,
ni siquiera el quizás o el tal vez;
se acabaron los tambores
retumbando en el eco de abril;
se esfumó el tiempo de verte,
se esfumó la ira acorazada
que acompañaba esa experiencia;
ya no hay ni siquiera espacios vacios
ni cadenas arrojadas al mar de otoño;
no eres tu en la lluvia de un solsticio,
ni estás en el perfume del incienso;
estoy abrumado entristecido,
flotando en un salvavidas que pesa tanto
y no quiere hundirse porque sabe
que aún ahora existo en mi inocencia.

Se acabaron tantas cosas
y tantas cosas quedan
que de la confusión y el caos
ya no surge el Fénix revoloteando;
apenas entre el espasmo de la verdad
y lo incierto de la mentira
espero volver a verte
en un déjà vu ingrato,
verte cuando no te tengo;
puertas cerradas
cuando las estaba cerrando;
fuiste lo que quisiste,
eres lo que pretendes ser;
mañana despertaré a las seis
y ya no estarás para respirarte,
no se acabó el mundo,
pero existe la desolación.

Mañana despertaré a las seis
y a las siete ya no te respiraré.

Me quedé entre dos ciudades,
sin ninguna capital,
entre enero y diciembre,
en el día anterior.

No caminaré más a este mundo,
ni cargaré el hierro de su cruz
forjada detrás del infierno;

Abandonando esta efímera realidad,
marcaré nuevos segundos,
viviré otra vez…
me contaré nuevas historias…
por la arena pasearé.

Descalzo entre la hierba,
hundido sobre la hogaza,
ya no me podrán ver…

Me quedaré entre dos ciudades,
como una letra capital.

Dime

Dime pronto aquello que quiero escuchar,
dime ya eso que estoy esperando,
recuerda que después de agonizar,
ya no quedará nada… de mi…

Contesta mis preguntas,
que tu voz llegue hasta aquí,
dime de una vez si debo seguir,
un si o un no me basta,
quiero vivir o morir.

Mi vida esta inconclusa,
tu eres el punto final,
y cuando acabe esa estrofa
podré volver a escribir,
quizás si, tal vez no.

Dímelo pronto, dímelo ya
que de una vez se de inicio
al acto final…

Una Rosa

Una docena de rosas
envueltas en papel marfil,
han llegado hasta mi casa
para poderte contemplar.

He guardado una de ellas
-la que jamás marchitará-
en un cofre de ébano,
para poderte conservar.

En frascos de cristales de rubí
quedará el perfume de sus pétalos,
que al mezclarlo con el tiempo servirá,
para poderte recordar.