Ya no podrás huir de esta noche tibia,
noche sola sin lunas ni estrellas,
porque el cielo es mi promesa.
Apenas si podrán escaparse tu aliento,
tus quejidos y tus sentidos,
mientras mis labios… humedecen tu piel.
Y llévame en ese éxtasis,
cuando mis labios atrapen tus labios…
allí, donde es más fuerte, tu aroma de mujer.
Y mientras nuestras almas
se confunden en purpura,
mientras nos hacemos uno,
mientras tu voz se escucha lejos,
tan solo puedo imaginar,
las mil veces que he de regresar
a este templo profanado,
porque después de haberte amado,
quiero seguir amándote mujer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario