lunes, 24 de mayo de 2010

Tango

Tu vestido rojo,
diciéndole sí al viento
en cada giro inesperado.

Nuestras manos,
mi mano en tu cintura
llevándote hacia mi,
tu mano segura
rodeando mi cuello.

Mi rostro enmudecido
saboreando tan cerca
el perfume de tus cabellos.

Nuestros pies deslizándose
sobre el marmoleado piso
de la oscurecida boîte,
resumiendo cada nota
de un tango porteño
que hace eco, resuena,
se siente y me lleva
hacia tí.

Y ahora, bajo la luz
de la boheme,
sin tu vestido rojo,
nuestras manos,
mi rostro, tus cabellos,
nuestros pies,
se preparan inquietos,
en torno de un final feliz…

No hay comentarios: