martes, 6 de febrero de 2007

Don Jacinto

Murió en una cantina,
en un puerto del Perú,
dormitando el dulce sueño,
el idilio del cantor.

Don Jacinto era su nombre,
el eterno bebedor...
todo el pueblo le quería,
por su lindo corazón.

Con un brindis el señor,
empezaba su pregón,
le cantaba a la vida,
la tristeza o al amor.

Y todos le escuchaban
y pregonaba con desesperación,
de tristeza a la alegría,
transformaba su lección.

Un boracho? No señor,
un poeta de la vida
que hallaba en sus copas el olvido...
de un antiguo amor...